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Para el primer semestre del 2017,el Runt reportó que el parque automotor supera los 13 millones de vehículos, endonde las motos tienen una participación del 40% de los matriculados a nivelnacional, con la proyección según Fasecolda, de alcanzar el 50% del total querodará por las vías colombianas antes de tres años. Solo en Bogotá hay casimedio millón de motos.
El aumento sostenido en laproporción de motocicletas dentro del total de vehículos que ruedan por lasvías, genera un efecto nocivo para la ecuación de sostenibilidad, propia alinstrumento más importante con que cuenta la financiación de la Seguridad Vial:El Soat.
El Seguro Obligatorio porAccidentes de Tránsito se soporta sobre un esquema tarifario que responde a unprincipio de solidaridad entre vehículos. Las motos y los carros de transportepúblico obtienen un subsidio en el precio de la póliza que deben adquiriranualmente. La realidad financiera del esquema en el corto plazo anticipa quelos vehículos subsidiados superarán en cantidad a los que pagan tal beneficio,los particulares.
Según cifras oficiales, entre el2011 y el 2016, más de 15.000 personas resultaron incapacitadas permanentementecomo consecuencia de un siniestro vial o accidente de tránsito. La afectacióneconómica de la fuerza de trabajo productiva de la población lesionada entrelos 18 y 30 años de edad generó a la economía nacional un profundo hueco que,en conjunto con las pérdidas generadas en las víctimas fatales en el mismoperiodo, ha significado un costo cercano a 1,5 puntos del PIB. Las víctimas delos casi 200.000 siniestros viales le costaron al país algo así como $25billones, según informes recientes del Banco Mundial.
En el 2016 Colombia generó unatasa de 14,68 muertes y 92,78 heridos graves por cada 100.000 habitantes,indicador que debe abrir un debate socioeconómico de primer orden respecto dela gestión estratégica de la seguridad vial en el Estado, bajo la óptica de lasostenibilidad financiera. Colombia desperdicia el uso de los recursostecnológicos asociados a la data disponible en los sistemas de información delsector transporte para la prevención de la accidentalidad, que de seraprovechada permitiría a la economía nacional dejar de asumir costos agregados,con ahorros suficientes para financiar proyectos de impacto nacional. Elproblema hasta ahora es que la información útil para salvar vidas se encuentradispersa en un mar de islas dentro del archipiélago interinstitucional desistemas de información y bases de datos locales; por citar un ejemplo, el organismode tránsito de Bogotá opera bajo un sistema de información que no interactúadirectamente con el Runt.
En una nación que tiene registrospara casi toda actividad vigilada dentro del sector transporte, esincomprensible que las de políticas públicas de seguridad vial se adopten casiexclusivamente como resultado de la información estadística provista por elinventario de siniestros viales, dejando de lado importantes volúmenes deinformación disponible para el diseño de instrumentos técnicos de prevenciónprospectiva, como aquellos relativos al comportamiento de los conductores,estudiado en función de la imposición y pago de las multas por infracciones detránsito.
Más de 32.000 víctimas fataleshan entregado nuestras vías en los últimos cinco años, haciendo de lascarreteras el nuevo teatro de operaciones del conflicto colombiano, el cualresulta más letal que el librado en otros días en las montañas.
Colombia libra hoy en día unconflicto vial. El reto del Gobierno habrá de girar en torno a cómo lograrsostenibilidad en los resultados que el Estado alcanza en materia de seguridadvial, producto de la ejecución de los recursos que se irrigan desde el Gobiernocentral.
El remedio para la problemáticade seguridad vial en más del 60% del territorio colombiano, carente deorganismos de tránsito para ejecutar los recursos que desde el Soat se inyectanal Gobierno central, no puede administrarse a cuentagotas, pensandoexclusivamente en contraticos de señalización o la realización de campañasrepletas de efímera teatralidad y poca efectividad. Los territorios hoydesocupados por los actores antes irregulares deben impactarse de maneracontundente y certera, visibilizando la seguridad vial de manera vivencial enla población que, justo en esos municipios, migrará rápidamente a lamotocicleta, incrementando sin duda los indicadores de accidentalidad yfatalidad.
El reto para el nuevo Director dela Agencia Nacional de Seguridad Vial es una gran oportunidad: construir unanueva Colombia donde no muera en la vía un compatriota cada 75 minutos.Esperemos todos estar entonces en las mejores manos.
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